Mi nueva madrastra era increíblemente sexy. Ella era solo unos años mayor que yo y noté que me miraba de una manera extraña cuando iba de visita. Se acercaba Semana Santa y vine a pasar las vacaciones juntos. Cuando estábamos solos en casa, ella entró en mi habitación y me preguntó si quería ver qué regalo me había preparado para las fiestas. ¡Solo llevaba ropa interior sexy y orejas de conejo de Pascua! Me excité en ese momento, y cuando ella me dijo que quería sentir mi polla en su coño, perdí completamente la cabeza. Vi con incredulidad cómo ella me desabrochaba los pantalones y sacaba mi polla erecta. Mi sexy madrastra comenzó a sacudirlo ligeramente y a lamerme la cabeza. Ella era increíblemente buena chupando pollas. No tuvo ningún problema en meterse toda mi polla en su garganta. Cuando empezó a lamer mis pelotas hinchadas y a masturbarme, no pude soportarlo más y quise follármela de inmediato. Me acosté en el suelo y mi mamá desnuda inmediatamente saltó sobre mí. Mientras saltaba sobre mi polla, disfruté la vista de su cuerpo delgado y sus pequeñas tetas. La agarré por las caderas y comencé a embestir mi herramienta hasta el final. Ella comenzó a gemir y morderse el labio inferior por el placer que le estaba dando. Agarré sus grandes tetas con mis manos pellizcando sus pezones entre sus dedos.
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Estaba completamente mojada y pude sentir cómo empezaba a correrse en mi gran polla. La hermosa joven se bajó de mí y se puso en posición de perrito. Ella levantó su firme trasero en el aire y yo golpeé mi dura polla de 10 pulgadas profundamente dentro de su coño con un rápido empujón. «Sí, oh, sí», gimió. Ella agarró mi polla firmemente con su bonito coño rosado y afeitado mientras yo la follaba furiosamente al estilo perrito. Su hermoso trasero se veía increíble. Sostuve sus nalgas con mis manos mientras la entraba profundamente. Empecé a acelerar el ritmo y ella me decía que follara aún más rápido y que no me detuviera. Ella empezó a agradecerme por tener sexo conmigo y que soy el mejor hijastro del mundo. Empecé a darle palmadas en el trasero y eso la excitó aún más. Mi madrastra empezó a correrse sobre mi enorme polla y yo no dejé de perforarle el coño. La puse boca arriba y continué penetrando su agujero. Tenía un hermoso coño afeitado, sus pechos eran perfectos, todo su cuerpo era impecable. Mi madrastra desnuda se echó a reír histéricamente. Estaba en trance y disfrutando cada momento. Comenzó a acariciar su clítoris y a decirme que se iba a correr otra vez. Cuando me corrí, reventé toda su cara bonita. Ella tragó la mayor cantidad de esperma que pudo, pero también dejó que un poco cubriera su cara. ¡Será nuestra tradición de Semana Santa!