Los albergues a menudo implican poca privacidad

Tasha y Michael han quedado atrapados en la misma habitación del albergue. Se han sentido cómodos el uno con el otro, incluso si no lo admiten. Ambos son propensos a la masturbación al aire libre, y quienquiera que esté mirando se siente feliz como voyeur. Hoy, Tasha ya está harta de sus tontos juegos. Mientras observa a su compañero de cuarto estrangular al gallo desde su rincón, se le acerca sigilosamente. Se queda con los ojos muy abiertos cuando ve un par de booba naturales justo al lado de su cabeza. Tasha lo sube descaradamente, haciendo alarde de su botín perfecto ante su nariz. Tiene hambre de su carne y la reclama sin dudarlo. Es un caballero y no quería mirar el coño de una mujer desnuda. Pero pronto él la da y la lame con el mismo ritmo que ella lo prueba. Ella se desliza debajo de él, complaciendo a su cerdo. Él la graba como suele hacer, pero esta vez a la nena sexy no le importa. Satisfecha con el nivel de excitación que le dio, pronto ascendió por sus entrañas y se empaló con su espada. Sus muffins redondos se sacuden como un juguete antes de quedarse quietos. Ella se inclina hacia él para que sus pezones queden frente a su cara y él los chupa con avidez. Ella hace rebotar su firme culo en su regazo al estilo vaquera antes de ponerse a cuatro patas y recibir una follada a lo perrito por detrás. Se agarra a los barrotes de la litera para ayudarla a mantenerse en su lugar. Su fuerza es tan poderosa que casi derriba toda la cama. Se bajan y continúan reproduciéndose en el suelo. Él está encantado de hacerla a lo perrito, pero Tasha lo desafía a levantarla como a un saco y follarla como si fuera una lámpara de carne.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio