Repartidora de comida disfrazada de Papá Noel me folla por una buena propina

No esperaba que mi repartidor de comida fuera una niña adorable disfrazada de Papá Noel. Mientras esperaba comida en mi auto, se me acercó con una sonrisa traviesa. La niña lucía divina con un traje rojo. Tenía un cuerpo perfecto y los ojos más atractivos que jamás haya existido. Me olvidé por completo de la comida, tratando de ocultar mi erección. Le ofrecí algo de dinero para que me mostrara sus lindas tetas. Para mi gran sorpresa, la niña inmediatamente se levantó su suéter rojo y me mostró sus pechos pequeños y firmes. Con una sonrisa, como beneficio adicional, me mostró su pequeño y firme trasero. Eso fue suficiente para hacerme darme cuenta de que era libre de follarla si le ofrecía una gran propina por el servicio. En el momento siguiente, miro su hermoso rostro tragándose mi gran polla. ¡Esta chica sabe cómo hacer una mamada fenomenal! Su dulce boca se sentía increíble. Además, usó su lengua para jugar con mis pelotas. Se tragó mi polla hasta el fondo de su garganta y, en unos momentos, me corro en su bonita cara. Sugerí que fuéramos a mi apartamento y continuáramos nuestro juego travieso allí. Ella aceptó y nos dirigimos a mi casa en auto. Tan pronto como entramos a la casa, inmediatamente entramos en acción. Se arrodilló y empezó a chuparme la polla de nuevo. Haciendo garganta profunda, levantó mi polla en un instante. Ella estaba sacudiendo mi gran polla con sus pequeñas manos mientras lamía mis pelotas hinchadas. Me puse anormalmente cachondo y quise joderla hasta la mierda.
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La linda chica desnuda se sentó en el sofá y abrió sus delgadas piernas, invitándome a entrar en ella. Mirando el piercing en su clítoris, con gran emoción, metí mi eje hasta el fondo de su coño afeitado. Rápidamente comencé a perforar su agujero mojado. Al mirar su cuerpo atlético, me excitó de manera anormal. Ella me miró con una sonrisa extraña, diciéndome que la follara bien y que no parara. La follé así por un rato y luego decidí cambiar la pose. Me tumbé en el suelo y le dije que se subiera a mi polla. De espaldas, me montó expertamente como una auténtica vaquera. Su largo cabello negro caía sobre su tonificado trasero mientras rebotaba en mi polla. Disfruté muchísimo, dándole total control. Mientras me montaba, de vez en cuando miraba por encima del hombro. Al ver que lo estaba disfrutando al máximo, comenzó a empujar aún más rápido mi gran herramienta, acelerando el ritmo. La vista de su culo de burbuja hizo que mi pene se hinchara. Su gran conducción me dejó boquiabierto y tuve que devolverle el favor. La puse en posición de perrito y comencé a follar duro su apretado y húmedo coño, asegurándome de que mis bolas golpearan con fuerza su clítoris. Ella comenzó a gemir fuerte, frotándose el clítoris con la mano. Sentí que me iba a correr pronto y le dije que me chupara la polla. Ella inmediatamente saltó sobre mi polla y comenzó a tragarla vorazmente hasta que comencé a llenar su boca con mi semen.

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