Mi hermanastra, Lacy, está en su adolescencia y es una recién llegada al sexo. Lo juro, antes de cumplir los 18, era una chica normal. Tenía buenas notas, practicaba deportes y hacía pijamadas. Cuando probó una polla por primera vez en la escuela secundaria, se volvió loca. En cierto modo esto me gusta, pero puede ser una molestia. Tomemos hoy, por ejemplo. Me despierto y voy a la cocina, y Lacy salta hacia mí desde detrás del refrigerador. Mi hermanastra cachonda me muestra su perfecto pecho plano e insiste en chuparme la polla. Me sorprende, pero no digo que no. Ella se sienta detrás del mostrador y me come la polla. Aparece nuestro papá, pero la guarra loca no se detiene. El tipo tiene prisa, así que no me presta mucha atención. Tan pronto como nos deja, hago que Lacy se levante y la folle por detrás. Su culo se ve perfecto en mi polla. La chica tiene sólo 18 años, pero está completamente tatuada. Le hago levantar la pierna derecha. Estoy decidido a hacer que esta joven ninfómana aprenda que no es fácil servir esta polla. Luego, le hago probar su coño con mi polla. Sus ojos azules se ven increíbles cuando mi polla desaparece dentro de su boca. La vista me excita tanto que me tumbo en el frío suelo y la hago montarme. Ella hace precisamente eso. Lo que más me gusta es tenerla en vaquera inversa. En el momento en que veo su culo abierto, salgo. ¡Su joven coño adolescente se siente increíble! Orgasmos de encaje en mi polla, una y otra vez. Estiro a mi hermanastra y la golpeo con fuerza y profundidad en su pequeño cuerpo. Un poco más de follada en modo misionero y estoy lista para correrme. Salir nunca fue tan difícil, pero lo logré. Lacy disfruta el sabor de mi semen. «Espero que hayas disfrutado tu desayuno, hermana», digo en voz baja.