Tommy es un tipo realmente serio. Intenta hacer lo correcto con su esposa y su hija, la traviesa Reina. La chica acaba de cumplir diecinueve años y es un verdadero dolor de cabeza para él. Pasa horas en su teléfono, enviando mensajes de texto Dios sabe a quién y viendo todo tipo de cosas en Internet. Incluso instaló una cámara espía en su habitación para asegurarse de que no haga nada estúpido. Sí, da un poco de miedo, pero tiene las mejores intenciones en mente. Efectivamente, cuando lo enciende, la chica se masturba y grita como loca. Él entra, la interrumpe, le dice que está hablando ruidosamente e incluso le muestra la cámara. Esto irrita a Reina pero también la excita un poco. Aunque Tommy jura que no se siente atraído por ella, en el momento en que sus manos bajan, su polla está dura como una roca. De hecho, no se avergüenza en absoluto. Se acerca a su traviesa chica y comprueba de primera mano su obra. Tommy se come ese coño de joven adolescente como si fuera el último. Su nena se corre en su boca muy fuerte. Luego su hijastra desnuda lo toma de la mano, lo acuesta en la cama y se lo chupa. No pasa ni un minuto y la chica está cabalgando esa polla como una maníaca. Le encanta montar a su padrastro como una buena vaquera. Él toma la iniciativa. Él le da la vuelta, se la folla a cuatro patas y luego a modo de misionero. Todo esto de saltar por la cama y meterse profundamente en el coño de su hijastra lo pone muy cachondo. Puede sentir sus bolas apretándose, preparándose para explotar. Efectivamente, sale y rocía a su ángel con su fina semilla. Reina está satisfecha, pero más que eso, se siente en control porque ahora tiene suciedad sobre su padrastro y literalmente puede hacer lo que quiera.