Escuchar sutiles gemidos me hizo imposible no mirar alrededor de la casa y ver quién los hacía. Mientras me arrastro hacia la puerta de mi hermanastra, miro disimuladamente y la veo masturbándose muy suavemente. A pesar del tabú, siempre me ha atraído su trasero respingón, así que sigo espiando. Ella se frotaba el coño, empujaba su increíble culo al aire y era follada por una polla imaginaria. No le toma mucho tiempo darse cuenta, pero en lugar de echarme, sacude seductoramente su trasero mientras me mira a los ojos. Sin perder un momento, saco mi polla y observo cómo ella desliza sus bragas hacia un lado para que yo comience a empujar. Mientras lentamente me pongo encima de ella y abro sus mejillas, logro entrar en su apretado coño mientras ella gime sin preocuparme de que la atrapen. Con cada bomba profunda, me aseguro de darle un buen apretón a su trasero, y sé que a ella le encanta porque se está poniendo más húmeda que nunca. Me encantó la sensación de sus suaves nalgas en mis manos, y se veía jodidamente sexy. Como no quiero correrme demasiado rápido, me acuesto boca arriba para recuperar el aliento, pero mi hermanastra cachonda rápidamente salta encima de mí para una intensa vaquera. Incapaz de resistir la tentación, la dejé montarme mientras miro fijamente su trasero que está cubierto con la huella de mi mano. La sensación de las dulces paredes de azúcar de mi hermanastra apretándose a mi alrededor hizo imposible no reventar, así que sostuve su lindo trasero mientras la llenaba. A pesar de que estoy completamente exhausto, ella se arrodilla y me la chupa con entusiasmo. No importa lo cansada que estuviera, ver sus suaves labios presionados contra mi punta y sus bonitos ojos me pusieron más duro que antes. Como ella me satisfizo, decidí que ahora es mi turno de complacer a mi hermanastra, así que le abrí las piernas para golpearla en modo misionero hasta que tenga un orgasmo.